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sábado, 21 de mayo de 2011

Flor del 21 de mayo: María en la Resurrección


Festividaad de San Timoteo

Meditación: María en la soledad, María en el dolor esperaba en la Resurrección la promesa del Señor. Ella era dueña de toda fortaleza, con su Corazón enllagado esperaba el cumplimiento de lo por su Hijo anunciado. No tenia una fe débil, como la de los apóstoles, Ella creía que su Hijo resucitaría. En el dolor, la esperanza…en el dolor, la fe…en el dolor, sólo buscarlo a El. Oh alma mía, si alguna vez te agobia el peso de la cruz, confía en las delicias de la Divina Bondad, que Ella te consolará, te abrazará, te hará esperar segura de que Dios jamás te abandonará y te la hará más llevadera, anticipando los regalos eternos que se nos reservan en el Paraíso.

Oración: ¡María fortaleza de toda agonía, María esperanza mía!, fortaléceme en la fe y en la esperanza también, seguro de que al Rey me haréis ver. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

MISTERIOS GLORIOSOS

Primer Misterio
LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Contemplación
Misterio de la muerte aceptada y vencida. La resurrección es el mayor triunfo de Cristo, y, juntamente da la seguridad del triunfo a la Santa Iglesia Católica, a pesar de las adversidades, a pesar de las persecuciones; ayer, en el pasado, mañana, en el porvenir. Es provechoso recordar que la primera aparición de Jesucristo fue a las santas mujeres, que le fueron familiares en su vida humilde, y estuvieron muy junto a Él en sus padecimientos hasta el Calvario,
comprendido el calvario.

 
Reflexión
A la luz del misterio nuestra fe contempla vivientes, unidas ya para siempre a Jesucristo resucitado, las almas que nos fueron más queridas, de cuya familiaridad gozamos, cuyas penas compartimos. ¡Cómo se aviva en el corazón, al calor del misterio de la resurrección, el recuerdo de nuestros muertos! Recordados y favorecidos con el sufragio del sacrificio del Señor crucificado y resucitado, toman parte aún en lo mejor de nuestra vida, la oración y Jesucristo.

Intención
Por algo la liturgia oriental termina los ritos fúnebres con el aleluya por todos los muertos. Pidamos para ellos la luz de las moradas eternas, mientras el pensamiento se detiene en la resurrección que aguarda a nuestros propios restos mortales: «Espero en la resurrección de los muertos». El saber esperar. El confiar siempre en la suavísima promesa, de la que es prenda la resurrección de Cristo, es ciertamente un cielo anticipado.

Florecilla para este día: Meditar y hallar el dolor y el temor de este día, y entregarlo a María confiado en que será Ella la que intercederá ante su Hijo para que El se haga cargo de nuestra vida.

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